lunes, 31 de enero de 2011

El otro mirador

Ya no se reconoce, ya no se cree...Todavía no entiende, no se entiende.
Este no es él, es lo que sabe.
Debería ser de otra manera, debería actuar distinto. Eso parece, solo parece porque sabe disimular.
Sabe como camuflarse tras la patética sonrisa que los demás no logran descifrar.
El manual de instrucciones es obsoleto, no sirve.
Se le quemaron todos los papeles, se le movió el piso, y sigue temblando.
Hace intentos rabiosos por volver a ser roca. Ya no puede, es humano.
Sólo la mirada de aquella que ya no es lo hizo posible.
Ahora tendrá que esperar; pero no quiere hacerlo, odia el tiempo. El tiempo que debe esperar, el tiempo que los separa.
Deambula bajo el raquítico sol. Su luz parece atravesar un extraño filtro que lo despoja de calor, de brillo y alegría.
Sólo espera sanar, que el tiempo sane.
Quiere racionalizarlo todo, pero no se convence.
Mientras eso, el tiempo pasa...pasan las horas, los días, las semanas.
Todo quizás se acomode, no sabe, piensa.
Decide soltarle la mano, ella la lo hizo.
Es hora de seguir adelante, sin el temor perder algo que ya no es.
Quiere llegar a aquel punto que todavía parece lejano, pero que ya esta mas cerca, cuando todo se vea distinto desde aquel mirador.

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