jueves, 20 de enero de 2011

El cumpleaños de Alejandro

Anoche, haciendo zapping me encontré en el canal Volver con una serie que supimos disfrutar los que nacimos en la gloriosa década del '80.
Obviamente hablo de "Amigovios", y debo reconocer que me quede colgado con los últimos 20  minutos del programa.
Allí pude ver algunas situaciones que me remitieron a mi adolescencia.
Desde los "asaltos", "la botellita" hasta la travesura inocente del "ring raje", entre otras cosas.
Entre esas otras cosas que pude sacar del baúl había algo que muchos de nosotros quizás esperamos con ansias en su momento y que seguramente recordamos muy bien. No porque haya sido lo mejor que nos pasó (de hecho a más de uno lo decepcionó) pero si por haber sido algo nuevo en nuestras vidas.
Lo recuerdo muy bien. Era el 17 de abril del '99. El motivo de la fiesta era el cumpleaños de Alejandro, en ese momento mi mejor amigo. Si bien el cumple había sido el 14 de ese mes, corrimos la fecha para que podamos estar "todos".
Me había pasado todo el sábado pensando en la fiesta, y no porque estaba nervioso en si le habría de gustar mi regalo a Alejandro sino porque sabía que Ella iba a ir.
Si bien no éramos novio, solíamos vernos a solas; hacer cosas como ir a tomar helado o estudiar juntos. De hecho recuerdo muy bien como se sonrojaba y sonreía mientras la miraba a los ojos; cuando todavía mis ojos eran dulces. Había algo implícito en esa relación, podemos decir que éramos una especie de amigos especiales.
No es por alardear pero ella era muy linda. Cabello castaño claro bien largo (hasta la cintura, usando una cola generalmente), con algunas ondas pero más bien lacio; usaba flequillo; ojos miel; rostro con rasgos suaves muy dulce e inocente. Tenía labios muy lindos, de tono rosado que hacían juego con sus mejillas y contrastaba con su piel blanca. Una voz extrañamente áspera, casi como disfónica y muy bajita.
De no mucha altura (me llegaba apenas sobre la pera); muy señorita e inteligente.
Sabía que muchos de los chicos, incluido Alejandro gustaban de ella tanto como yo, pero aunque no siempre estaba seguro de ello sabía que algo especial había entre nosotros.
Se hicieron como las seis de la tarde cuando comencé a prepararme. Me bañe. Me puse la mejor ropa que tenía; estaba de jeans y camisa.
En ese momento tenía el pelo corto así que no hice mucho con él, pero con un poco de gel lo deje como me gustaba.
Por último me perfume y salí. Estaba tan ansioso como nervioso, como si supiera que algo iba a suceder.
Al llegar toque el timbre, Alejandro abrió la puerta y me recibió. Lo salude con un abrazo y le di el regalo y como quien no quiere la cosa le pregunte si ya había llegado alguien. Era el primero, debí haberlo sospecharlo, vivía a tan solo una cuadra de su casa.
Poco a poco comenzó a llegar la gente, pero no a quien yo esperaba. Cuando empezaba a pensar que no llegaría, sonó el timbre por enésima vez.
Esta vez sí, era ella. Creo que si hubiese tenido un espejo frente a mi me habría dado cuenta que no sabía disimular ni un poco. La alegría se apodero de mi y sonreí como si me hubiesen enganchado la boca y estirado a más no poder.
El evento, igual a cualquier cumpleaños; palitos, chizitos y papas fritas. Luego algo más contundente como sándwiches y panchos; y para tomar, algunas gaseosas.
En un momento uno de los más atrevidos puso música y bajo las luces. Si, había empezado el cachengue...
Era muy gracioso porque las chicas bailaban entre si y nosotros nos juntábamos en otra punta con vasos de gaseosa en las manos y hablábamos como si no nos importara. En realidad si nos importaba y hablábamos de cómo hacer, o en realidad de quien iba a ser el primero en sacar a una de las chicas a bailar.
Así que con mis amigos buscamos un chivo expiatorio y mandamos al más banana; lo mandamos al muere en realidad pero sentíamos que esa era su misión en el mundo, después de todo esa no iba a ser su noche.
Viendo que eso no dio resultado tuvimos que formular un plan B. Les dije a mis amigos que debíamos hacer algo en conjunto.
-"Tenemos que ir tres o cuatro al mismo tiempo para que se arme, sino no va a funcionar", dije.
Eso que fue lo que hicimos, no sé si fue una buena idea o solo fue la única pero ya habíamos trazado el plan.
Después de eso debíamos elegir quien iba con quien. Después de todo teníamos códigos entre nosotros; en ese momento "escote(?) no mataba amistad". Así que fuimos formando las parejas; obviamente que todos queríamos ir con la más linda, pero pudimos llegar a un acuerdo.
Yo trate de no dejarme avasallar por mis deseos, así que fui más vivo que muchos y elegí ir con Romina, la mejor amiga de Ella con quien tenía buena relación y que además actuaba de celestina.
Así fue como se armo el baile por fin; obvio que empezamos con algunos temas más movidos. Yo sabía que después de eso se venían los lentos y ese iba a ser el momento de hacer el trueque de parejas, y muy disimuladamente ir a bailar con ella.
El "musicalizador" cambia el CD que había en la bandeja con capacidad para tres de los mismos. La luz baja aun más, el compás se hace más lento. Romina me codea y me indica con la mirada que la invite.
Está cerca de mí, así que la tome de la mano con miedo. Me mira cómplice, fijamente a los ojos, sonriendo y con las mejillas coloradas.
Mientras la tomo por la cintura, ella se entrelaza como una enredadera a mi cuello.
-"Estas linda", le digo, mientras ella se sonroja y mira el suelo.
Recuerdo que no hablamos mucho, solo podía mirarla como un tonto sin saber qué es lo que iba a hacer. Era como dar pasos en la oscuridad, sin saber que había adelante, sin saber cuándo se terminaba el camino y empezaba la pared.
Tantos años después no recuerdo muy bien todo el asunto. Si me acuerdo que me pareció estar solo con ella.
En una de tantas miradas que cruzamos ella me pregunta que pasa. Y fue allí, cuando me sonreí y atine a acercarme más a ella; solo un poco para que no piense que la quería tomar por sorpresa, pero lo suficiente para que no piense que hacia eso por culpa de un problema en mi vista. Por suerte, puedo decir que entendió el mensaje y fue en ese instante donde le di un beso. Para mí no fue cualquier beso, fue el primero y ella me gustaba realmente. Me acuerdo que pensaba mucho en ella y hasta alguna vez le escribí alguna poesía, de esas cursis que rebasan de melaza.
Después del beso, ambos nos vimos rodeados de todo el curso que observaba y aplaudía como si se tratara de una especie de novela con final feliz.
Pasar de la gloria misma, a la vergüenza de darnos cuenta que todos habían presenciado ese momento.
Pero ¿quién me quitaba lo bailado?
La fiesta terminó. Todos mis amigos preguntaban "¿qué onda?". Cada uno se fue yendo a su casa.
La acompañe a tomarse el remis junto con sus amigas y nos despedimos con un beso en la mejilla.
Yo volví caminando a mi casa con la sonrisa y alegría de alguien que había conseguido algo grande en su vida. Seguramente en ese momento lo fué.

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