sábado, 25 de diciembre de 2010

Lluvia

En el patio llueve dulcemente...
Lo hace de manera natural, espontánea.
Se dá porque se presentan las condiciones.
No se busca, no se fuerza, sólo pasa.
Adentro, en dos metros cuadrados, tormenta.
Se dá, no se busca, no se planea.
Las nubes cubren todo,
también la oscuridad.
Todo es confusión.
Sentir el mismo vértigo de las gotas de lluvia al condensarse.
Ser libre un instante.
Jugar a ser otros, transgredir.
Cruzar la linea establecida por Alguien,
separse del yo que prohibe.
De pronto, los rayos iluminan todo y
el estruendo tormentoso de la conciencia nos llena de miedo como cuando niños.
El viento furioso nos devuelve a donde pertenecemos.
Adolecemos por dentro...
no podemos, no debemos.
Afuera llueve...
en la habitación, la tormenta cesa.
Dentro del alma, un huracan.
Nuevamente, la despedida.
El mismo abrazo, el mismo suspiro,
la misma mirada, el mismo silencio, el mismo beso,
las mismas palabras: "te quiero"; pero más profundas.

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