Tiene vida.
Está dentro de nosotros
y a medida que cae la arena
se hace notar.
Primero, es prisionero,
después, carcelero.
Es verdad, somos esclavos de nuestras palabras...
de nuestros silencios también.
Comienza a crecer,
cada vez hace mas ruido -irónico-.
Se vuelve violento
y nos toma por el cuello, nos ahoga.
Se hace oír;
podemos escuchar lo que fue silenciado...
y para no morir asfixiados,
debemos gritar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario